El deber de diligencia del propietario se extiende a los visitantes legales, invitados o clientes que tienen permiso para entrar en su propiedad por motivos personales o comerciales. El propietario está obligado a mantener unas instalaciones razonablemente seguras y a abordar cualquier peligro previsible para la seguridad tan pronto como aparezca, o debe advertir claramente de los peligros conocidos. Los propietarios no son responsables de las lesiones causadas a los intrusos que entren ilegalmente en sus propiedades.